viernes



Él ruge y llueve, llueve en todos lados. Adentro y afuera, en cualquier lugar, ya no importa dónde, no importa por qué, solo importa que te llueve adentro, afuera, te estallan las sientes, te come el cráneo un escorpión, y esa música infinita que retumba y parece saberlo todo.
Parece saber por qué nos llega el tiempo usado, por qué los trenes son eléctricos, y por qué hay fuego en el fondo.
Repiquetea en el cráneo y en cada hueso que chilla, chilla porque la primavera nos llega tarde, porque allá es invierno y acá verano, porque hay tormentas que se atreven a durarnos más de cinco días y plaff que te llueve en todos lados, que se te empapa el disco de los Rolling, y ya no te importa.
Porque en un mes viene Paul Mc Cartney, y pensás por qué no te acordás de todos los nombres de los beatles y sólo te sabés esa triste canción que habla de un pulpo en el jardín. Y te corre el viento, te corre por la mirada amenazando con cortar la luz; con que cada sol dure menos y cada día duela un poquito más.
Pero ahí estás, dejando de llover, dejándote llover por dónde sea, en donde sea y cuando sea.
Dejando que la lluvia otra vez, te inunde la sien.

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