lunes

Otra vez la puntadita esa en ese costado de la cabeza. En la sien.
Y parece que no quiere salirse de mi, mientras camino golpetea como un martillo, constantemente.
Abusando de las comas estamos, y abusando también del frío que nos trajo el cielo.
El mar en la espalda y un recuerdo que me sigue a todos lados, tratando de sacarte de mi. Otra vez escribiendo sobre lo mismo. Pero fue ese sonido que me despertó y me dejó moribunda al mismo tiempo.
Otra vez ese recuerdo, repito, abusando de la repetición y de un montón de más de leyes para escribir.
Porque soy esto y me repito continuamente, continuamente.
Como la canción de la libertad que está sonando ahora, y lo está haciendo hace dos horas masomenos, dicen que es una buena táctica para aprenderte la letra de la canción y poder cantarla entre un whisky y una guitarreada.
Pero en la cabeza se me acumulan tantas frases tuyas que no deberían de irse jamás para transformarlo todo en un karma exquisito variando en las tonalidades para no parecer siempre lo mismo y no causar acostumbramiento. Porque el acostumbrarse mata, en lo más hondo de la cabeza y del alma. Cambiar de tema rotundamente para que nadie se de cuenta de qué estoy hablando, pero mi estupidez no me deja ver que soy una hoja transparente. Una vidriera mejor. Porque siempre estoy escribiendo a base de lo mismo. Porque los imbéciles acusan sin razón e intentan explicar algo que jamás pudo sostenerse en pie. Porque ellos siguen gritando aunque nadie les haya pedido que lo hagan. Seguir gritando, pero bajito, casi en silencio. Así de movida, al cajón de los recuerdos como otra excusa más que no sirve para nada, ni siquiera para nivelar una mesa. Otra vez la puntada que me deja sin pensar en nada más. Que me preocupa, pero no tanto y si intento agacharme para agarrar las cartas del suelo, se aprovecha y me presiona con mayor intensidad. Más fuerte, como cada paso que doy en pos de esto que se construye. O se desconstruye ya, porque es la boludez del momento intentar crear vasos rotos. O la viveza quizá, quien sabe, nadie habla cuando se tiene la boca llena y la garganta a punto de estarllar porque los sonidos sordos son cada vez más graves, más agudos y van calando bien a fondo, casi que los puedo sentir inundando todo otra vez. Con esa luz espesa que no es luz, que nos ayuda a contradecirnos todo el tiempo con las ganas que tengo de encontrarte hoy, y que me invites un café, amargo claro. Y un pedacito de cielo para acompañar tanta amargura que tengo acá, en el pecho otra vez. Porque siempre que aparecés dejás rasguños que ni siquiera la platsul a se anima a curar. Me animé a cambiar la canción en el reproductor. Y lluvio me cuenta que hoy va a llevar chocolates a la facu.
Puede que sea un lindo día hoy.



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