Estás leyendo a Chion, y no paran de caerse te las lágrimas.
Que mal debe de estar
que escuches esa música,
otra vez,
y se te caiga el alma encima del colchón,
que le pidas que te llame
casi a gritos,
pero él
casi nunca te escucha.
Porque está cansado
como todos acá.
Cansados de verdad.
Ojalá pudiera desaparecer.
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