viernes



Las lágrimas que se me escapan, chorrean de las paredes, el piso que nos ofrece un espectáculo sobre la muerte del más justo. Afuera, el ambiente se achica, el paisaje que encierra todo en una sola palabra, a este día ya le duelen las piernas. Y camina, transforma todo, vuelve, se va, me dice que espere, las paredes se caen, la humedad que cala en el pecho. Se destartala el edificio, cada uno era así, bloques encima de bloques, una construcción y todo se cae a la mierda. Plaff, desde adentro, para que se sienta, para que te caigas. Mar en los ojos y esta habitación que me aprieta el cuello, me ahogo. Como si fuese fácil tener puesto este traje, oscuro, con este calor, comentan las señoras, con este calor que tan agitados nos trae. A por vos, a por mi. El viento contento, a cada rato se apuñala un pulmón. El corcel que está allá lejos, y su foto se repite en cada diario de mi mente, no tengo pensamiento, el sol allá, no vengas, pero si venís trae tu sonrisa, esa que cuando la hacés se cae todo al rededor.
Y esta enredadera me sube, me acalambra, me recorre, te inunda el pecho, me aplasta y se esconde.
A cada tiempo doble, paso simple.
A encontrar que todo lo que te ata lo tenés escondido. Rebalsame por las manos, ensuciame los dientes. Días, que las noches son eternas, busco, el techo deja de sostenerse. Me rebalso, cambio, flores por muertes justas y tiempos que me dejen caminar. Estudio, mientras se desmorona, música, genio el dios que nos sostiente, infierno, en la cabeza, otra vez, me va a estallar, en todas las venas.

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