sábado

No sé si dejaría que entren, si lo pienso bien la ventana está abierta de par en par y el viento entra continuamente. Pero no. Yo no sé si dejaría que entren en mi casa, en mi vida, en ésta habitación tan llena de luz. Tan oscura se encuentra mi mente, que disimula con cada movimiento de ajedrez hacia dónde se van mis días. Y se trata de un partido lento, dónde nadie quiere perder para obtener su recompensa.
No sé si dejaría que entren, con sus miles de sonrisas perdidas, esas de las que nadie quiso hacerse cargo, porque todos están bien cuando están tristes, cuándo tienen motivos para escribir mil canciones y cuando el sol no revienta en las ventanas, sino que te consume por dentro, dejando un gustito amargo entre los huesos que ya gastados, deciden romperse una vez más . Y yo no sé si dejaría que entren una vez más, en mi cuerpo, comiendome la garganta con imágenes, intentando volver otra vez a que sea lo mismo de siempre.
Porque no está bien. Pero no. Yo no las dejaría entrar, trastornandome la sien con sus agudos cuchillos, el filo al punto máximo. En los ojos está el valor, y las imágenes me sacan toda posibilidad de imaginar. En los ojos que parecen un otoño profundo, enfurecido y a veces calmo, tratando todo con ruido de mar. El otoño nos viene tan cerca y tan lejos a la vez.
Yo no sé si dejaría que entren otra vez, llenando cada laberinto en mi cuerpo de canciones, metamorfoseando todo una vez más para transformarlo en primavera, yo no quiero primaveras. Ni más veranos.
Disfruto de la lluvia que cae, que entra por la ventana, empapando todo de sabor a viento, buscando quedarse ahí, quieta, buscando que permita que entren otra vez.
Pero siguen ahí, intentando entrar a toda costa, se dieron cuenta de que las ventanas de mi casa están abiertas, que no quiero dormirme nunca más, para mantenerme despierta soñando, que las puertas no llevan cerradura, y que en sus ojos está el otoño. Hay algo si, algo que las detiene, saben que puedo aprovechar ésta poca luz para irme, para esconder las sonrisas para buscar otra vez todo eso que permite que hoy estemos de pie.
Yo no sé si dejaría que entren otra vez, pero me encuentro tan vulnerable a veces.
Que no sé dónde esconderme para que no me encuentren, para que no me griten. Es volver de algún lugar, pero todavía no entiendo de cuál, todavía no sé de dónde tengo que volver, ni que me espera después.
Y afuera paró de llover, el cielo no quiere que sea otoño, pero yo lo siento calando en mis huesos.

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