jueves

Y sabés ya, que todo te va a resultar usado, que los olores van a ser los mismos de hace un tiempo, que la luz va a estar más fuerte quemándote la mirada como siempre, como hace un tiempo y que todas las palabras se van a incendiar a penas toquen el papel.
Pero lo intentás.
Porque te resistís a estar muerta otra vez, ahí, dónde siempre te volvés a morir y dónde siempre nadie nunca te encuentra. Y las palabras arman un hilo, el hilo forma una red, y esa red se convierte en un pulover rojo al que le cortaste el cuello porque ya estaba descocido, y siempre solemos buscar los costados más simples de las cosas. Pero a la vez se transforma en algo tan complejo, porque el pulover rojo se está desarmando de a poco, igual que las palabras que se unen en ese garabato que dibujé. Y mis dedos sienten la corriente de este otoño que los enfría y la garganta me quema el tiempo de espera. No sé aprovechar la poca luz en éste lugar, ni las puntadas en la espalda que ya van... ya ni sé cuántas van, lo importante es saber respirar del viento para no desfallecer. Pero también es cierto que con esto de la radiactividad, estamos jodidos.



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