martes

La señora que elige llevar el pelo largo a sus ochenta y un años, el viejo que casi pisa a la señora que estaba por cruzar la calle, se dedican unas palabras y luego cada uno sigue como si nada. Quizás hasta le hayan puesto algo de emoción a su día, o tal vez, termine siendo un buen día de mierda.
El dolor en la pierna que se vuelve constante, un paracaídas de todos los meses, se rompe, se regenera, busca tierra fértil y establece ahí, su incomodidad.
Se dobla, paso firme siempre, pero se dobla, en la angustia de que mañana es Martes, y hace ocho meses que no ve el mar, sólo en fotos. Sigue, escapa también de esos gritos, se dibuja cuadrados en la mente, lineas rectas para su mala suerte. Siente el amor en todos lados, siento el amor en cada esquina. Aunque se revuelvan las tripas de tanto café.
Esas cosas que querés hacer cuando sos chico, y el cielo se disuelve en tus venas, corre y se hace más azul con el paso de los días. Un día menos de vida, pero uno más en el que vivís, la contradicción a flor de piel, horrible expresión para una chica de mi edad.
Vos hacés, que el tiempo en mis venas no desee morir. Que el mar se me cale bien hondo en las pupilas, y se dilaten, dejando entrever la luz.
-Pendejadas sobran en estos días, me dice, mientras se prende un cigarrillo y lee el diario de hace cuatro días atrás, ojea las necrológicas, se le escapa apenas una lágrima, y se acomoda la capucha negra,como hasta hace un rato tenía. Se despeina con el viento, pero a veces , me cuenta le encantaría sentir un poco de dolor, nos hacemos grandes amigos, nos reímos durante las noches y me cuenta de cuántas veces escuchó suplicar el tiempo, entre las manos, como agua, y tantas otras metáforas utiliza que puedo morir enumerándolas todas. Lo que pasa, me cuenta, y sigue relatando un sinfín de historias, mientras le pido que me lleve hasta el mar. Podría morir tranquila, le digo, me dice, me hace una mueca, casi muero por una escalera, le cuento, me aplaude, forma más estúpida de morir. Y de amor?, le pregunto, me esquiva, se pone de los nervios, y sale corriendo hacia la calle.
Forma más estúpida de morir, releo, hay quienes dicen que en estos días, las pendejadas sobran, y sobran tanto que ya nadie elige morir de amor.

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