lunes

Las hojas tristes del otoño que jamás volveré a leer, y las lágrimas derramadas en el sillón, llevo tu sonrisa en mi mano, para no caer, para no perder nuevamente el hilo. Estrellarme contra una pared y salir sangrando. Por dentro, por abajo de todo este mar. Las imágenes son continuas, plano secuencia me dice, y pregunta sobre mis costumbres acostumbradas, sobre las horas perdidas. Leerte y recibir un a veces, cálido, suave, y sacudido. Recordar, no morir en el intento. El día nos abraza y hace frío, tanto frío que puedo despertar de la muerte tantas veces como a mi me guste, sin releer el pasado, sin volver a dónde quisiera caer, sangrar, sangre por todas partes y el autor del crimen que no existe. Me canta, un disco de los Rollings bien bajito, no entiendo lo que cantan tus venas, podrías explicarte mejor? Me perdí en el tiempo de hace mucho, cuándo ronroneabas. Las líneas que disparan balas, flores para los caídos y metas a las que nunca llegaré. Miento, miento porque quiero salir afuera a intoxicarme la sangre que derramé en el día de la Tierra. Firme, grita el capitán, algunos marineros no saben que existe. Al corcel, baila, le canta, se emborracha y repite mil historias. Todos nos quedamos acá, las luces son divertidas. Y que  nada más te encierre, te subiste al tobogán y ahora tenés que bajar, pero alguien, quebró las escaleras, no  queda más tiempo, hay que deslizarse y sufrir la agonía de estrellarte contra el suelo. Temores de antaño, palabra vieja para el dios del llanto, que se burla casi siempre de los imbéciles que sufren por amor. Dejáme que te sienta despacito, llevando la cuerda para ahorcarnos y saber lo que es amar, triste, el fin de los días de la gracia para los santos. A veces siento qué.
Sólo un día nos queda, y te largás a correr, le jugás carreras a las malas pasadas y nos ganan, nos gritan cantitos mientras me agarrás la cintura, explicar, explícame el sabor que tienen tus dientes antes de ir  a dormir, si no estás borracho, quiero que me embriagues de amor, hasta que la vieja nos salude y nos haga mímicas desde la ventana. Subite al mar de todo esto, contame qué se siente aprender a jugar, aprenderse los rincones de memoria y quedarte a vivir ahí por siempre.
Destruir, destruir todo esto que creamos, para divertirnos descubriendo de nuevo.
Mirando, que si las hojas cantan, aprenderemos a escuchar.

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