domingo

Los hombres no aprenden a perder, no saben de lo que se está hablando hasta que se siente en el pecho y se clava en las pupilas.
Una mañana de frío encontré las cartas para ganar y me las olvidé en la orilla de tus lágrimas. La tranquilidad que lleva a la calma durante un huracán, desierto. Las llamas que arden jamás abrirán puertas, y nos entusiasmamos en prenderlo fuego todo. Hasta las miradas de los más tímidos, los que gritan fuerte mientras duermen.
Dicen que la cura para el dolor está en el dolor. Demasiadas veces juraste volver, con la inocencia entre los dedos. Los hombres no aprenden a perder hasta que el juego se queda sin fichas. Hasta que todo está cubierto de polvo, 

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