domingo

Estaba inmersa en mi Domingo, creando espacios para nuestro Invierno, ese que viene sin avisar, y que de repente se deja ganar por esta nueva estación constituida por los días sin dormir. Que todo el tiempo es Domingo, dice, mientras se mancha la lengua de café. Yo te espero, si aparecés entre toda esa gente que no quiero ver, o que ya, no interesa saber si están. Vivimos del tiempo, sustancia que nos hizo alguna vez, que nos trajo todo esto que llamamos mal. De ojos, de pies y de las manos que se vuelven azules. Me  imagino que tan Domingo se volvió tu estación, ahí donde gritamos todos los que estamos cansados. Se va la compañía, se fue a donde todos saben que hay sol, pero igual, se nubla todo y no sabemos donde salir a quemar las penas. A veces pienso que no existe  frío capaz de derribarnos, que no hay vuelta atrás, si nadie quiere volver, pero me alimento de los recuerdos, y me caigo en este día que nos hunde un poquito más. Porque todo está tan allá, que el viento se vuelve negro.
Los pibes tienen frío, pero bailan cumbia igual.
Me corta la cara con un recuerdo, y desaparece porque no sabe jugar, porque no sabe alimentar nada de lo que está escrito, y en cuántas mentiras me envolví ya, pierdo la cuenta, pero sé, de que se trata todo esto. Aunque no quiera explicar todas las razones que se reunieron y me hicieron estar acá, firme, porque se sabe, que de las lágrimas no se escapa jamás, que de las cartas nacen los idiomas, y en cuantas lenguas puedo enseñarte del amor. De ese amor que te consume las ganas, que te encierra entre las sabanas sin dejarte escapar, sin que quieras escapar. Pero de nuevo, todo otra vez, de nuevo se hace sol, y de nuevo quiere ser lluvia, porque alguna vez escuchó lo que hablaban los idiotas, y se rió, porque sabía lo que significaba estar ahí. Pero no importa más nada, me decís, estamos siendo libres.

No hay comentarios: