domingo

Desde las raíces la sensación te arrastra. Te hace sentir bien porque sabe cuáles son tus debilidades y hasta dónde podés llegar. Cuál es tu punto máximo y extremo de complicidad. La simpleza te abraza porque sos una raíz de amargura. Una pata de elefante que ancló en tu pecho. Desaparecer cuando el agua te llega a la garganta y está fría, esta fría como las promesas de aquella vez, de esa lluvia constante que te moja los labios.
Escuchando las canciones que una vez te levantaron hasta el cielo, elevando las alas mas grandes que alguna vez tuviste pero que el viento se encargo de disolver, con una ráfaga de cuarenta kilómetros por hora, de cien mil besos aguados en una noche de lluvia los dedos se te congelan porque querés escaparte y te olvidaste los guantes en el ropero. Como todas las veces que nos olvidamos el abrigo en una silla, y no quisimos regresar. Yo no quise regresar a este cuento, pero el agua me arrastró sin pedirme ningún permiso, sin dejar de estrujarme el corazón porque sabe que esta creciendo constantemente. Que jamás dejará de crecer, y a veces es lo único que me preocupa. Sentir tantas cosas en la cabeza hasta que explote de una buena vez, hasta que salgan las lágrimas y no quieran volver. Hasta que deje de ser domingo de una puta vez.
Pero todos los días se vuelven domingo aunque yo no les dé permiso de convertirse, tienen autonomía y viajan sin pagar boleto. A veces me gustaría dejar de esperar el tren, dejar que pasen sin aviso, para revolcarme en las hojas secas sin una lágrima que se caiga, sin los abrazos dolidos. Salir del encierro.. viste.. salimos del encierro una vez más, y acá estamos. O acá estoy, llenando de películas mi mente y mis lagunas y mis creencias y mi amor, y mi todo.
Esta estación es rara dicen en la tele, yo no me lo creo. Escucho las canciones todo el tiempo y no puedo dejar de seguir el hilo. No es un juego de mesa creo entender, porque ya no sé nada.
El agua te congela el pecho de tanto fluir por una canaleta que se tapa continuamente, de espacios espaciados, hasta a veces vacíos. Hasta a veces tan llenos de besos, de abrazos de ahogos en sabanas crudas y blancas. El cielo está vivo en mi, cayendo desde mis brazos hasta los pies, los veo tan largos, tan lejos de la lluvia. Los árboles están secos pintados de colores para que no caigamos otra vez en el pozo que te cala bien hondo en el pecho, en las manos cuando las manos hablan. Sabés cómo me habla? me grita canciones constantemente y yo me pierdo en cada estado en el que alcanzo a frenar. Ella habla en idiomas que no comprendo porque no sabe hacer magia, dice que la vida se le escapa todo el tiempo formando un cadáver para enterrar en la almohada antes de ir a dormir. Pero nadie duerme hoy, porque es otoño. Porque hace frío y estamos solos, el sol no nos despierta cuando es un día en blanco y negro. Hasta a veces es sepia. No hay tardes de sol, no hay estados donde frenar, cruzamos las vías a más de cien kilómetros por hora, a mas de doscientas nubes histéricas que gritan porque las bajaron y nadie les hace caso.
Quiero frenar con todo esto. Quiero que te vayas de adentro mio todos los días oxidados para poder respirar frescura nuevamente.
Vamos, te invito. Respiremos frescura.
Que asco es escribir así. Me asquea.

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