viernes

Jueves II

Ya es la tercera vez y a la cuarta nos doy por vencidos. Llevo el viento en mi mochila y un poco de fuego para derretirnos. Ir mucho más allá, venirnos, cerca, siempre contra todo.
Perdí, porque el cielo me jugó miles de malas pasadas y mi cuerpo es esta habitación, ahora el tiempo se disuelve, lo atrapan entre los dientes y las calles amarillas de tan viejas que son. Se ahorca y se ríe, el quemado, bastese de su locura, me reprocha, me lastima con sus frases en la espalda. El tiempo, con su aguijón empapado de veneno, y todo lo demás. Indiferencia.
Se visten de gala, mil huestes, el tipo que grita en su propio entierro, pero todo está en tanto silencio que la desesperación se vuelve muda. Ellos fingen, magia por todos lados. Me revuelco, afuera hay barro, adentro hay mierda.
Trepame las piernas, cantame que afuera hay viento, se ahoga, se emborracha y salpica todo de olor a muerte, suele traer tanto dolor encima, que lo ensucia todo y yo me quemo los dedos. Cada uno, a cada uno, encima, en la espalda.
La cuarta vez, se transpira menos.
Se sueña menos,
pero me hunde un poco más.
Y la anestesia que nunca llega, deja que lo piense mejor.
Caminarte por la nariz busco.
Y enredarme en tus ideas, puede que también-