jueves

Las lágrimas suenan en el suelo como pedazos de un vaso roto, que simplemente es eso, vidrio roto, que por la torpeza de algún ser estalla en la primer baldosa por el arte del magnetismo. Es una simple ecuación que elevada al infinito, puede llegar a causar una revolución en toda la casa.
El sonido del vidrio estallándose , puede provocar locura, como esas lágrimas recorriendo todo el suelo en cuestión de segundos, de minutos, hasta llegar a ser años, de manera silenciosa el vidrio nos corta la respiración (eso, si cada uno entiende que por vidrio me estoy refiriendo a las lágrimas, a los sollozos, a el mar), la respiración puede ser acelerada, como a cada uno le guste más, pero entiéndase, por favor, que el vidrio lo corta todo, atreviéndose una vez más, a dejarnos en la cama, a pesar de que afuera haya un sol que raja la tierra, a pesar de que sea domingo, y que por más que queramos, el cuerpo no responde igual que la mente.. vaya ridiculez, el cuerpo nunca responde igual que la mente, ni aunque sea domingo, o sea el día que sea.
La revolución comienza, ahora hay que barrer todos los pedacitos de vidrio esparcidos por toda la casa, se causó una explosión, déjeme decirle, se creó la explosión más grande en nuestro cuerpo, en nuestra mente, ese agujerito poderoso que cree saberselas todas...
Es asi, hay que barrer con todo esto, porque sabe usted una cosa, cuando caminemos descalzos, los pedacitos de vidrio se nos van a clavar hasta en la sien, y no van a dejar que durmamos en paz, eso, si el calor que viene agobiando a esta ciudad, decide darnos una noche de descanso.. Usted me entiende, no es solo el calor, son estas estrellas, que quisieron no salir hoy, porque salió un artículo en el diario que están cansadas. Estrellas, usted sabe como son... un poquitito de reconocimiento y ya se creen dueñas del cielo. Lo cierto es que ellas no saben, que acá abajo, en esta ciudad están todos tan ocupados que ni siquiera frenan un segundo para mirar arriba. Lo cierto es que a mi me parece mucho más factible de pensar, que se hayan ofendido por su no participación en nuestras vidas, más que por semejante ridiculez, de aquél artículo en el diario.
Ahora tenemos todos los pedacitos de vidrio que formaban un vaso, en un montoncito, a punto de ser tirados a la basura, y pasar a ser, dentro de muchos años, una especie de abono para esta tierra infertil, algunos dicen mil años, entiendame por favor, que solo trato de dispararle metáforas, usted sabe, últimamente mi revolver está lleno, eso explicaría el por qué, de esta situación y del vértigo que se siente al apoyar los pies en el suelo. Esa vertiginosidad que lo llena a uno de tantos interrogantes sabe, lo llena a uno de ganas de querer arrancar el suelo con los dientes, limpiar cada cadáver de lágrima que se escapó en un intento de recrear ese vaso que ya se rompió varias veces, y aún hoy se ven esas quebraduras al contraluz, se siente como a uno se le clavan en la mirada, y el pegamento no sirve sabe, no sirve intentar soldar aquella cerradura que por más igual a como era antes parezca, siempre va a permanecer quebrada. No, pegar las cosas no sirve, porque ese vaso que a veces tuvo forma de corazón, en el que usted preparaba aquél desayuno, ya no será el mismo. Porque usted, lo arrojó al suelo, con total impunidad excusándose en los magnetismos, digame una cosa, usted sabe de qué me está hablando? O simplemente buscó aquella palabra extraña en su diccionario de bolsillo y aprendió a utilizarla, llenando todo de un extraño vocabulario para volver las cosas un poco más bonitas que antes?
No, expliqueme, porque es en este momento en dónde las dudas se hacen vidrio, en dónde las palabras estallan en el suelo, formando un montoncito, que pronto será barrido y olvidado cuando se encuentre en ese camión que pasa a las cinco de la mañana cargado de más basura.
Expliqueme, cómo es posible que los cadáveres sigan aún acá, torturandonos los pies cuando intentamos levantarnos a tomar un vaso de agua por la noche. Sabe usted algo, ya no tengo más vasos, ese era el ultimo que me quedaba, y lo estaba guardando tanto para una ocasión especial, en la que usted quisiera tomar el último sorbo de éste whisky barato que encontré. Pero no va a quedar más opción que tomar del pico de la botella, una acción un tanto vulgar, para un señor como usted, pero digame una cosa, quién se cree ser usted?
Ese era mi último vaso, lo estaba cuidando tanto, desde la última vez que hice licuado de frutas, y las estelas de cohetes se tranformaron en vidriecitos apresurados inundando todo el patio con su dolor, y ahí se fueron tres vasos más.
Pero sabe usted una cosa?, bienvenido sea en mi hogar, señor, me alegra muchísimo su presencia, y poder discutir así, sobre temas tan apasionantes como estos cadáveres que día a día me inundan la almohada, o mejor dicho, déjeme corregirme.. noche a noche, cuándo deciden volver, se transforman en pequeños zombies salados, queriendo asi, provocar la locura adentro mio, pero es en vano, antes de que ellos llegaran, yo ya estaba loca. No niegue con la cabeza, por favor, usted sabe que cada palabra que digo es tan real como ese montoncito de basura al costado de mis pies. Y digame usted cobarde, digalo, sin miedo, no me avergüenzo de lo que soy, ni de esos cuerpos fríos que estallan en mi cama, yo sé muy bien quien soy, y quien es usted, mi gran amigo. Usted se llama recuerdo.

3 comentarios:

vientoymar dijo...

Increíble. Con explosions in the sky y unos ruidos a martillos y madera de unos señores que trabajan por acá cerca de fondo; un sahumerio de varios colores y adentro un no se qué, un algo que invade cuerpo, cabeza y corazón, que llega como escalando hasta la garganta y se aloja ahí por unos minutos. Me encantó Lu. Un final magnífico.

Bárbara Dibene dijo...

La verdad, es que leí la mayor parte de tus entradas en la última semana y quedé maravillada. Tenés un estilo para escribir muy particular, lleno de metáforas pero directo, hablándole al lector, hablándome a mí misma.
Un gusto leerla! un abrazo...

Ernesto Alaimo dijo...

me maravillás cada día más