lunes

III

Los puños se cierran, escribe una narración constante. Hoy si que llueve afuera, corre, se cansa, espera y camina. Los autos empapan la bici, no se da cuenta que la mañana está quieta, frenada como muchas veces ya. Pero sigue porque necesita escuchar los pasos como aquella vez. Un momento que le resulta cotidiano, y se sorprende con las observaciones. Espera, camina, calla otra vez. No le alcanza con saber que hay un lugar que espera, sigue cantando porque atrás siguen sus pasos. Espera.
Alcanza el estado maximo de concentración, la bici está frenada, y no se da cuenta que puede seguir igual. Que sus gritos alcanzan kilómetros de audición.
Cuántas mañanas atravesaste ya?
Recuerda aquellos días, cuando el sol inundaba su frente. Cuando la ventana no tenía cortina. Cuando no le costaba respirar.
Será el tabaco, piensa. Redundante sus preguntas, es sólo otro día frío. No piensa, se escucha caminar, se escucha cantar y le desagrada el tiempo de espera. Le desagrada tener las manos frías, y la garganta metida para adentro.
Encapsulados.
Segundo capitulo del mes, tercera oración que corrige, ninguna voz encuentra para seguir.
pero sigue, y es lo que importa.
Porque un llamado despertó sus ansias, y las lagrimas rodean sus mejillas. Dice que nunca es tarde para volver, aún cuando no se sabe dónde se estuvo en un principio.
Los vidrios rotos que hay que esquivar, los abrazos que se fueron, y mantener los hombros erguidos y dispuestos a soportar mochilas enormes.
Entienden mejor los desconocidos, me grita, y me dice de un nombre que se le atraviesa en los sueños, y cuando despierta. Soledad por todas partes.
tac.
Las gotas que rebalsan la almohada, la canilla que no cierra, la cabeza que se desespera, y volver a caer en los mismos juegos rigorosos.
Son las mentes, y la suavidad de aquellos pensamientos encontrados, de esas luces que no se anima a quemar.
Porque el fuego se levanta cuando hay lluvia.
Y las ganas de correr, para que se le empapen las sienes,
Cuando no piensa en nada, se esconde para que nadie escuche sus ideas.
Es que están muy ocultas, y a veces le cuesta reír.
Dice que es para unos pocos.
Hasta no sabe donde están sus dientes, aunque la lengua se le trabe para hablar.

Asco otra vez.